Author: Xabi Otero
•12:02 PM
El cinturón de Afrodita, una banda dorada que llevaba alrededor de la cintura, era en realidad el arma que la diosa empleaba contra los dioses y los mortales. Se lo entregaba a algún hombre, alguna mujer o alguna ninfa inmortal cuando planeaba subyugar a un dios o a un mortal mediante el deseo sexual. En cuanto la víctima posaba la mirada en quien llevara puesto el cinturón, se sentía totalmente arrebatado por el deseo, y era incapaz de controlarse ni de sopesar las consecuencias de su pasión. Afrodita, la diosa dorada del deseo, fue causante de numerosas guerras.

Llegó a dominar incluso la mente de Zeus despertando su deseo sexual en tantas ocasiones que finalmente él decidió pagarle con la misma moneda, es decir, utilizar su misma artimaña. Así, hizo que se enamorara perdidamente de un mortal, Anquises, rey de los dárdanos. El encantamiento de Zeus duró sólo una noche, y a la mañana siguiente Afrodita obligó a Anquises a prometer que jamás le diría a nadie que había compartido su cama con ella.

Anquises se sintió aterrado al caer en la cuenta de que había yacido con una diosa, pues conocía todas las historias de mortales que habían sido asesinados por acercarse en exceso a algún dios. Afrodita le aseguró que nunca le haría daño; al fin y al cabo, según le dijo, estaba ya embarazada de un hijo suyo, Eneas. Anquises pronto olvidó tanto el terror como la promesa. Pocos días después se reunió con sus amigos; bebieron y hablaron de mujeres, como suelen hacer los hombres cuando beben.

- ¿Veis a aquella joven que sirve vino? -preguntó uno de ellos-. Antes me acostaría con ella que con la dorada Afrodita. ¿No opinas lo mismo Anquises?

Anquises fue lo bastante prudente para no ofender a la diosa conviniendo con su amigo, pero no pudo contener el impulso de decir que podía escoger entre las dos mujeres con conocimiento de causa, puesto que había yacido con ambas. Zeus oyó aquella fanfarronadae inmediatamente lanzó un rayo contra Anquises, pero Afrodita alzó su banda dorada para protegerle. Éste no murió a consecuencia del ataque, pero se quedó paralizado y tuvo que guardar cama el resto de su vida, sin la compañía de ninguna bella diosa para consolarle.
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