Antes de que empezaran los conflictos humanos, Zeus tuvo que lidiar con sus hermanos y hermanas. Se casó con su hermana Hera, concedió el dominio del fuego a Hestia, y puso a Deméter a cargo de las cosechas y la fertilidad del planeta. Luego se repartió con sus hermanos el reinado del mundo: Posidón se encargó de los océanos y Zeus, como hermano mayor, se erigiría en rey de los dioses. Esto último se explica porque los otros hijos de Rea volvieron a nacer al salir del vientre de su padre, de modo que Zeus es considerado al mismo tiempo el hijo menor y el mayor. A Hades se le otorgó el gobierno del mundo subterráneo, pero no quedó satisfecho con el reparto. Al no quedar éste contento con el reparto, no visita a los otros dioses ni viceversa. La mayor parte de los dioses mayores tiene sus palacios en el monte Olimpo (montaña real situada en Tesalia).
De los demás hijos de Gea, sólo cuatro aceptaron a Zeus como el rey de los dioses. El resto fueron a la guerra con los dioses del Olimpo y tuvieron muchas probabilidades de ganar por una mera cuestión de números. Zeus recordó a los gigantes de cien manos y a los cíclopes, que seguían encadenados en el Tártaro. Les ofreció la libertad a condición de que los gigantes de cien manos lucharan del bando de los dioses del Olimpo y los cíclopes forjaran un arma, que ningún dios, titán ni monstruo pudiera resistir. Zeus tuvo pronto su arma, el rayo dentado, pero incluso con esta ayuda tardó diez años en poner fin a la guerra y confinar a los rebeldes al Tártaro.
La guerra contra los titanes concluyó, pero Gea estaba furiosa con Zeus por arrebatarles poder a sus hermanos. Dio a luz a los gigantes de cien cabezas Tifón y Encelado, quienes podían exhalar fuego y apilar una montaña sobre otra. Los dioses del Olimpo quedaron aterrados ante la visión de estos gigantes y empezaron a huir a Egipto, disfrazados de animales: Hades se puso un casco de invisibilidad; el gigante Tifón sorprendió a Dioniso en la ribera del Nilo y el dios saltó al río transformándose de inmediato en una criatura híbrida de cabra y pez (la constelación de Capricornio conmemora este evento); Afrodita y Eros se disfrazaron también de peces, una transformación que conmemora la constelación piscis; Incluso Zeus se disfrazó de carnero. Zeus, en solitario, hizo acopio del coraje necesario para regresar y enfrentarse a cada uno de los gigantes con su nueva arma, el rayo. La lucha fue feroz y sangrienta, y aunque los gigantes fueron vencidos, Encelado siguió exhalando fuego mientras se contorsionaba en su prisión, bajo el monte Etna. Éste es el motivo por el cual el Etna es un volcán tan activo: cada vez que el gigante intenta liberarse, la tierra se estremece; cada vez que exhala fuego, la lava brota con fuerza por el cráter.
De los demás hijos de Gea, sólo cuatro aceptaron a Zeus como el rey de los dioses. El resto fueron a la guerra con los dioses del Olimpo y tuvieron muchas probabilidades de ganar por una mera cuestión de números. Zeus recordó a los gigantes de cien manos y a los cíclopes, que seguían encadenados en el Tártaro. Les ofreció la libertad a condición de que los gigantes de cien manos lucharan del bando de los dioses del Olimpo y los cíclopes forjaran un arma, que ningún dios, titán ni monstruo pudiera resistir. Zeus tuvo pronto su arma, el rayo dentado, pero incluso con esta ayuda tardó diez años en poner fin a la guerra y confinar a los rebeldes al Tártaro.
La guerra contra los titanes concluyó, pero Gea estaba furiosa con Zeus por arrebatarles poder a sus hermanos. Dio a luz a los gigantes de cien cabezas Tifón y Encelado, quienes podían exhalar fuego y apilar una montaña sobre otra. Los dioses del Olimpo quedaron aterrados ante la visión de estos gigantes y empezaron a huir a Egipto, disfrazados de animales: Hades se puso un casco de invisibilidad; el gigante Tifón sorprendió a Dioniso en la ribera del Nilo y el dios saltó al río transformándose de inmediato en una criatura híbrida de cabra y pez (la constelación de Capricornio conmemora este evento); Afrodita y Eros se disfrazaron también de peces, una transformación que conmemora la constelación piscis; Incluso Zeus se disfrazó de carnero. Zeus, en solitario, hizo acopio del coraje necesario para regresar y enfrentarse a cada uno de los gigantes con su nueva arma, el rayo. La lucha fue feroz y sangrienta, y aunque los gigantes fueron vencidos, Encelado siguió exhalando fuego mientras se contorsionaba en su prisión, bajo el monte Etna. Éste es el motivo por el cual el Etna es un volcán tan activo: cada vez que el gigante intenta liberarse, la tierra se estremece; cada vez que exhala fuego, la lava brota con fuerza por el cráter.
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