Author: Xabi Otero
•1:07 PM
En cuanto los dioses ganaron la guerra contra los titanes, los problemas empezaron a surgir entre los seres humanos que poblaban la Tierra. Algunos afirman que los primeros fueron creados por Prometeo, y que ése es el motivo por el que resultaron tan irrespetuosos con los dioses. En la región septentrional de Grecia, en Arcadia, el tirano Licaón se negó a adorar a los dioses y se burlaba de su pueblo por creer en ellos. Zeus se disfrazó de hombre mortal y se dirigió a Arcadia para averiguar en persona el grado de maldad con el que podía llegar a actuar Licaón. Cuando el rey de los reyes les dijo a los campesinos y a los lugareños que no era un mortal sino un dios, éstos le creyeron y empezaron a venerarle como merecía. Pero Licaón no escuchó al viajero y comenzó a mofarse de la ingenuidad de sus fieles. Llegó incluso a prometer a sus vecinos que sometería al charlatán a una prueba, a una prueba uqe no podía fallar. "Todo el mundo sabe que los dioses son inmortales -dijo Licaón-. Lo único que tengo que hacer es matar a ese tipo y todos comprenderéis lo necios que habéis sido." Obviamente, no lo comentó en presencia de Zeus, pues su plan consistía en entrar a hurtadillas en el cuarto de los huéspedes, sorprenderle desprevenido y apuñalarle.

No era ésta, sin embargo, la peor parte de su plan. Quería que su invitado se corrompiera la boca y el estómago ingiriendo alimentos prohibidos, y él mismo también tenía intención de probarlos para recrearse en el mal, para llevar a cabo el más abominable de los actos como desafió a los dioses. Licaón tenía cautivo en una de sus celdas a un prisionero, un rehén cuya vida debía haber considerado sagrada, pero a Licaón poco le importaba el trato que recibieran los rehenes. Muy al contrario, degolló al prisionero y lo descuartizó, luego utilizó varias partes del cuerpo para el asado y reservó otras para el estofado. El propio Licaón preparó la comida y sirvió los platos en la mesa,acompañándolos de pan reciente y vino. Algunos sostienen que la carne que Licaón sirvió a su invitado era la de un bebé al que había matado; y, lo que es aún más terrible, ciertos relatos afirman que se trataba de su hijo.

Enfurecido, Zeus tiró de inmediato la carne que había sobre la mesa y lanzó su rayo por los aires contra los muros del palacio. Se derrumbaron tejados y paredes, y el fuego devoró el edificio. Licaón fue lo bastante rápido para escapar de las llamas, pero la venganza de Zeus le persiguió en su huida hacia el campo. Mientras corría, intentaba gritar para pedir ayuda, pero en lugar de palabras humanas, de su boca salían gruñidos y aullidos. La ropa que llevaba empezó a rasgarse y a desprendérsele del cuerpo a medida que éste cambiaba de forma. Ya no podía correr como un hombre, pues los brazos se le estaban tranformando en finas patas; de su piel brotaba un grueso pelaje; las orejas se le alargaban, y la boca le sobresalía hasta formar un hocico. Zeus había transformado a Licaón en un lobo. No obstante, incluso como lobo seguía siendo el mismo Licaón sanguinario. Siguió alimentándose de las ovejas y las cabras de Arcadia, su boca siguió babeando y en sus ojos siguió refulgiendo la pasión por matar.

El nombre de Licaón está asociado a la acepción griega clásica de lobo, lykos, y su metamorfosis es un claro ejemplo de licantropía (de los términos griegos lykos y ánthrõpos, que significa "ser humano"). Los licántropos, más comúnmente llamados "hombres lobo", muestran una clara preferencia por la carne humana, en especial por la de los bebés. El mito del banquete de Licaón ofrece un excelente ejemplo del licántropo como caníbal, si bien en este caso el hecho de ofrecer carne humana tiene lugar antes de su transformación en lobo. En la literatura y el cine, los hmbres lobo suelen mutar entre la forma humana y la animal constantemente, a menudo coincidiendo con la luna llena. Licaón es un licántropo insólito en este sentido, ya que sólo muta una vez y de manera irreversible.
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