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Gilla era mago de oficio y seguramente, incluso, un druida. Siempre llevaba al hombro una pesada maza de hierro que le asemejaba al Dagda, a Sukelos. Recorría montes y valles montado en un corcel de espantosa fealdad. Este extraño equipo propuso sus servicios al jefe de los Fianna, pero por desgracia el horrible caballo devoró a veintiocho caballos de los caballeros, después de lo cual estos, junto con sus monturas, huyeron hacia el mar con toda la tropa derrotada pisándoles los talones.
El mar en el que Gilla y su caballo permanecerían constituye en realidad un símbolo de purificación, de metamorfosis total; algún tiempo después Gilla regresó al seno de los Fianna, poco rencorosos, y luego volvió hacia el mar, esta vez sin retorno.
El número 28 corresponde a un ciclo lunar e indica un periodo iniciático para esta caballero de montura tan desconcertante.
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