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Era miembro de las tribus de Dana y su vida se dividió en tres encarnaciones muy distintas.
En la tierra, en el mundo de los seres humanos, fue la esposa del rey Eochaid, pero en el Otro Mundo lo fue del dios Mider. Dio a luz a una hija que era su propia reencarnación. Esta criatura se convertiría, a su vez, en esposa del dios.
Pero entre los dioses las cosas no son más sencillas que entre los seres humanos. Fuamnach, la primera esposa de Mider, no apreciaba este matrimonio. Con la ayuda de un druida, Fuamnach transformó a Étain varias veces. ¡Incluso tuvo el aspecto de un simple charco de agua! Cuando se evaporó el agua, Étain se convirtió en larva de insecto y luego en el insecto propiamente dicho. Arrastrada por una fuerte tormenta, Étain, bajo la apariencia del insecto, anduvo errando por los aires durante siete años. Al término de este formidable y largo viaje, se posó en el hombro de Aengus, el dios del amor.
Siempre celosa y al ver que Étain recuperaba sus fuerzas, Fuamnach hizo caer a Étain en una copa que apuraba la esposa de Étar, quien quedó embarazada de inmediato. Para romper el sortilegio, Aengus le cortó la cabeza a Fuamnach, pero Étain tardó mil doce años en volver a ser humana. Abandonó el mundo para reunirse con Mider bajo la apariencia de un cisne, su última encarnación.
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