Los antiguos griegos creían que la diosa de la madre tierra, Gea, era amable y generosa, que daba la vida y alimentaba a todos sus hijos, y tenía infinidad de ellos. De la unión de Gea y su hijo Urano, nació una familia de dioses que recibieron el nombre de Titanes, como por ejemplo, Océano, Crono, Hiperión... Gea también dio a luz a los gigantes de cien manos y a los cíclopes, también gigantes, que tenían un único ojo en la mitad de la frente. Gea tuvo muchos nietos, entre ellos las tres parcas y las nueve musas, así como dos jóvenes Titanes.

Urano no permitió a sus hijos que vieran la luz del día, porque temía el poder que ellos poseían. Es probable que conocieran la historia de su familia, del derrocamiento de Caos por parte de su hijo Érebo, y a su vez del de éste por parte de sus hijos. Aunque Urano gobernaba la totalidad de los extensos cielos, sus hijos e hijas fueron obligados a permanecer bajo tierra, encadenados en la negra caverna de Tártaro.

Gea se enfadó con su esposo e indujo a sus hijos a conspirar contra él. El menor de ellos, Crono, se autoproclamó gobernante del mundo cuando atacó y castró a Urano con una hoz. Luego arrojó al océano los genitales mutilados de Urano y, allí donde éstos fueron a parar, se formó un gran remolino de espuma que dio vida a Afrodita, la bella diosa del deseo sexual y del amor. Varias gotas de sangre de Urano cayeron asimismo al suelo y de ellas nacieron las Erinias, furias que atormentaban las mentes de los criminales.