Author: Xabi Otero
•6:52 PM
La gente kiowa solía cruzar la gran pradera. Cuando el cansancio o la necesidad de alimento lo imponían, los kiowas acampaban. Una vez, el pueblo Kiowa escogió para descansar un sitio cercano a un bosque. Entre sus árboles, vivía la gente del oso. Los grandes y fornidos animales tenían hambre y, al oler a los indios, que se encontraban cerca, abandonaron su territorio de ramas y piedras y salieron en busca de los kiowas.

Lejos del campamento, siete muchachas, siete hermanas kiowas, recolectaban bayas. Los osos posaron sus ojos ansiosos sobre ellas. Y, entre gruñidos y zarpazos de garras afiladas, se avalanzaron sobre las jóvenes. Las muchachas corrieron con toda su energía. Se adentraron en la vasta, centelleante y herbácea pradera. ¿Dónde encontrar allí un refugio? ¿Cómo escapar de los violentos animales hambrientos? Entonces, las fugitivas hallaron una roca gris y grande que emergía de la llanura. Se subieron a la roca. Pero, acto seguido, los osos hicieron también lo mismo.

Desesperadas, las muchachas comenzaron a cantar un rezo a la roca, para que ésta las protegiera de sus agresores. Nadie antes le había cantado a la roca. Y la piedra, que durante siglos había estado inclinada, se paró y empezó a crecer y a subir más y más arriba, mientras que las jóvenes kiowas permanecían paradas sobre ella.

Entonces los guerreros osos empezaron a cantarle a sus dioses. Y los vigorosos animales crecieron y alcanzaron la misma altura de la tierra que se propagaba hacia lo alto.

Los osos intentaron subir a la roca, hundiendo sus garras en las paredes ya escarpadas y elevadasde la piedra. Pero, con sus zarpazos, sólo consiguieron trazar surcos, que parecían cicatrices, en las laderas de la naciente montaña.

Y la roca creció tanto que los osos asumieron que ya no podían su cima. Entonces, resignados, emprendieron el regreso hacia sus hogares en el bosque. Mientras los osos enormes avanzaban sobre la pradera, se iban empequeñeciendo hasta recuperar su talla habitual.

El pueblo kiowa había observado todos los extraordinarios acontecimientos. Después de que los osos se marcharon, repararon en la enorme montaña de paredes rasgadas. Entonces, algunas voces nacieron entre los kiowas para asegurar que la extraña montaña, recién aparecida era "La casa de campo de los Osos".

Y en la cima de la montaña rocosa, permanecían las 7 hermanas. Los kiowas levantaron su campamento y se marcharon pensando que las jóvenes habían sido devoradas por los osos.

Cuando llegó la noche, los jóvenes le cantaron a las estrellas. Las luces del cielo nocturno se alegraron por aquella canción. Entonces, descendieron y recogieron a las 7 hermanas y las 7 se convirtieron en estrellas. Y todas las noches, las jóvenes brillan sobre la Casa de Campo de los Osos. Y entonces le agradecen a la roca que creció y se hizo montaña para salvarles de los osos.



Imagen: La casa de campo de los osos, o Devil's Tower, de 400 metros (Wyoming, USA). Los kiowas y los dakotas rechazan el segundo nombre porque lo consideran ofensivo. En su lugar, usan el primero debido a la leyenda que ya he escrito.
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