•3:36 PM
A cierta edad, uno repara en que quizás sea el tiempo de dejar de leer lecturas modernas (por muy buenas que puedan llegar a resultarle) y retroceder en el tiempo para leer esos clásicos de literatura que tanto han enganchado a diversas generaciones.
Esa sensación me ha llegado a mí y he decidido combiar lecturas modernas con algunos clásicos. Entre ellos, he tenido el gran placer de poder haber leído el famoso "Yo, Claudio".
Este libro me ha maravillado, por multitud de motivos. No he puesto ningún fragmento del libro, porque eran demasiado extensos como para ponerlos en este blog. Sin embargo, que ello no signifique que el libro me ha gustado poco. No sé si alguna vez os ha ocurrido, pero a mí me sucede de vez en cuando que un libro te gusta hasta tal punto que no puedes decidirte por un sólo fragmento, ya que todos te parecen igual de buenos.
Un aspecto positivo que destaco de este libro es que ayuda al lector a aprender historia, que a fin de cuentas, es cultura. Leer este libro implica tener ciertas nociones sobre la época en cuestión (sobre todo el primer siglo d.C.) en la antigua Roma. Relacionado con esto, otro aspecto que cabe destacar es el estilo: el modo en el que está contado es muy familiar, accesible incluso a gente que no tiene mucha idea sobre la época y los personajes. Toda la trama está contada de una manera anecdótica, por lo que no se hace en absoluto aburrido durante su lectura.
Podría destacar muchos otros aspectos positivos, pero las críticas negativas también deben resaltarse. Mi única crítica es que no se sabe hasta qué punto es fiable todo lo que allí se cuenta. Al fin y al cabo, está escrito por el emperador Claudio, y bien podría haber exagerado, manipulado u omitido detalles según su opinión. Pero es una característica que va unida a la mayoría de relatos históricos de esta clase, pues la historia encierra ese pequeño defecto. No obstante, este defecto puede enfocarse también como algo misterioso cuya magia nunca se va a descubrir.
Espero haber convencido a algún lector para que eche un vistazo a esta gran obra.
Esa sensación me ha llegado a mí y he decidido combiar lecturas modernas con algunos clásicos. Entre ellos, he tenido el gran placer de poder haber leído el famoso "Yo, Claudio".
Este libro me ha maravillado, por multitud de motivos. No he puesto ningún fragmento del libro, porque eran demasiado extensos como para ponerlos en este blog. Sin embargo, que ello no signifique que el libro me ha gustado poco. No sé si alguna vez os ha ocurrido, pero a mí me sucede de vez en cuando que un libro te gusta hasta tal punto que no puedes decidirte por un sólo fragmento, ya que todos te parecen igual de buenos.
Un aspecto positivo que destaco de este libro es que ayuda al lector a aprender historia, que a fin de cuentas, es cultura. Leer este libro implica tener ciertas nociones sobre la época en cuestión (sobre todo el primer siglo d.C.) en la antigua Roma. Relacionado con esto, otro aspecto que cabe destacar es el estilo: el modo en el que está contado es muy familiar, accesible incluso a gente que no tiene mucha idea sobre la época y los personajes. Toda la trama está contada de una manera anecdótica, por lo que no se hace en absoluto aburrido durante su lectura.
Podría destacar muchos otros aspectos positivos, pero las críticas negativas también deben resaltarse. Mi única crítica es que no se sabe hasta qué punto es fiable todo lo que allí se cuenta. Al fin y al cabo, está escrito por el emperador Claudio, y bien podría haber exagerado, manipulado u omitido detalles según su opinión. Pero es una característica que va unida a la mayoría de relatos históricos de esta clase, pues la historia encierra ese pequeño defecto. No obstante, este defecto puede enfocarse también como algo misterioso cuya magia nunca se va a descubrir.
Espero haber convencido a algún lector para que eche un vistazo a esta gran obra.
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