•10:08 PM
Deméter recorrió el mundo en busca de su hija desaparecida. Mientras lo hacía, dejó de lado sus obligaciones como diosa del cultivo y la fertilidad. Las cosechas se arruinaron. El pueblo empezó a pasar hambre. No había alumbramientos en ninún lugar del mundo, ni entre las aves ni entre los peces, los insectos, los animales ni los seres humanos. Cada vez menos personas acudían a los templos para adorar a los dioses, y el número de animales que sacrificar en su honor se reducía por momentos. Tal vez fuera la cantidad menguante de sacrificios lo que finalmente obligó a Zeus a ayudar a Deméter, sumado a los sufrimientos de los seres humanos, que clamaban a los dioses del Olimpo para que los ayudaran.
Sin embargo, antes de que Zeus estuviera dispuesto a decirle a Deméter que su hija era ya la reina del mundo subterráneo,antes de que los cultivos se arruinaran por completo, antes de que las súplicas del pueblo a los dioses fueran tan estridentes que alguien tuviera que atenderlas, Deméter llegó a la Casa Real del rey Céleo en Eleusis. El príncipe Demofonte acababa de nacer y a ella la contrataron como niñera. Nadie reconoció a la gran diosa Deméter en aquella mujer que lloraba por la hija que había perdido. Todas las noches, a escondidas, untaba la piel del bebé con ambrosía, el alimento de los dioses, y luego lo colocaba unos instantes entre las llamas de la chimenea. Cuando lo recuperaba, no había señal de herida alguna. Un día, un sirviente asustado le dijo a la reina que la niñera torturaba al bebé. La noche siguiente, la reina corrió a la cocina y allí encontró a la niñera, depositando tranquilamente al bebé en el fuego. La pobre madre, aterrada, gritó y lo rescató, pero las llamas no le habían hecho el menor daño. El pequeño parecía incluso irradiar buena salud. Deméter suspiró ante la necedad humana.Desveló entonces su condición de diosa y explicó que, de haberla dejado sola, habría otorgado al bebé el don de la inmortalidad en las llamas.
Sin embargo, antes de que Zeus estuviera dispuesto a decirle a Deméter que su hija era ya la reina del mundo subterráneo,antes de que los cultivos se arruinaran por completo, antes de que las súplicas del pueblo a los dioses fueran tan estridentes que alguien tuviera que atenderlas, Deméter llegó a la Casa Real del rey Céleo en Eleusis. El príncipe Demofonte acababa de nacer y a ella la contrataron como niñera. Nadie reconoció a la gran diosa Deméter en aquella mujer que lloraba por la hija que había perdido. Todas las noches, a escondidas, untaba la piel del bebé con ambrosía, el alimento de los dioses, y luego lo colocaba unos instantes entre las llamas de la chimenea. Cuando lo recuperaba, no había señal de herida alguna. Un día, un sirviente asustado le dijo a la reina que la niñera torturaba al bebé. La noche siguiente, la reina corrió a la cocina y allí encontró a la niñera, depositando tranquilamente al bebé en el fuego. La pobre madre, aterrada, gritó y lo rescató, pero las llamas no le habían hecho el menor daño. El pequeño parecía incluso irradiar buena salud. Deméter suspiró ante la necedad humana.Desveló entonces su condición de diosa y explicó que, de haberla dejado sola, habría otorgado al bebé el don de la inmortalidad en las llamas.
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